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Esta es la importancia de la autonomía universitaria

En conmemoración de los primeros 30 años de la Constitución Política de Colombia, la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas de la Universidad de Ibagué desarrolla un ciclo de conferencias en que se resalta la importancia de la Carta Magna en voz de constitucionalistas expertos, como es el caso del Dr. Ángel Hernández Esquivel, quien entregó sus consideraciones sobre la autonomía universitaria, el pasado 14 de mayo.

Hernández expuso ante la comunidad un recorrido histórico que dio cuenta de cómo, desde la posconquista, la educación estuvo coartada por los poderes políticos de turno, y cómo los gobiernos regulaban o establecían los contenidos académicos y sugerían “textos guías”.

El conferencista describió los pilares de los gobiernos que determinaban el tipo de educación que se dictaba en las aulas:
“Durante todo el siglo XIX y gran parte del XX hay dos partidos, los conservadores, que abogan por un Estado centralista, autoritario, confesional, con voto censitario, con énfasis en el orden, sacrificando derechos y libertades, con una educación liderada y orientada por la iglesia. Al contrario, los liberales, que quieren un Estado con autonomía de las regiones hasta llegar al federalismo, laico, con preminencia de los derechos y libertades”.

Hernández contó cómo el poder saltaba entre bando y bando hasta que la universalización del derecho emergió tras la Segunda Guerra Mundial, sumado a la migración de jóvenes del campo a la ciudad para educarse y el surgimiento de colegios y universidades privadas, que respondieron a las necesidades de un pueblo con sed de conocimiento.

Luego, estudiantes y distintos sectores sociales promotores del movimiento de la séptima papeleta en 1990 sumaron a la discusión nacional de la época el concepto de autonomía universitaria.
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Al respecto, Hernández agregó: “La Asamblea Nacional estuvo de acuerdo con que la autonomía universitaria debería ser una figura constitucional, allí se dijo exactamente que la universidad debería ser académica y administrativamente autónoma para garantizar su función crítica y su necesaria vocación universalista, que debía ejercer su autonomía regulativa en lo presupuestal y técnico, y que debía tener garantía para la libertad de enseñanza de cátedra y evitar que criterios extraños a ella alteraran su sana marcha”.

La Constitución de 1991 es un avance gigante, monumental, en el sistema jurídico colombiano, es la primera vez que la autonomía universitaria se consagra en la norma suprema del ordenamiento, en la cual el legislador en virtud de la misma norma constitucional tiene la posibilidad de regularla, manteniendo su contenido esencial como norma suprema”, concluyó Hernández.

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